lunes, 13 de marzo de 2006

Memorias Añejas: Viaje al Súper

No siempre fui igual. Mi madre suele decir: "... donde habrá quedado aquel niño lindo y simpatico...". Claro, cuando uno es un niñito es bonito, es simpatico, no sabe nada de nada. Tengo vagos recuerdos de mi época preescolar, tal vez ésta memoria se remonte hacia 1988. Por lo menos eso estimo, recuerdo perfectamente que pedí una hermanita para navidad, y eso fue Diciembre del '88. Pero esta historia no tiene nada que ver con esta situación (no recuerdo que recibí esa navidad, mi hermanita me llegó con varios meses de atraso)
Recuerdo cuando la calle Petrarca era la "avenida principal" del barrio. Corrian micros y colectivos por esa vía. Así fue por mucho tiempo. Todo tipo de vehiculos transitaban por ahí, hoy es una calle triste, ni luces de aquella donde vi una moto con pedales (¿?) o fui atropellado (no se asusten, fue una bicicleta que frenó con mi pierna).

Uno de los paseos más espectaculares para mi en esa época era ir al supermercado. Caminando por aquellas caalles raras o bien sobre los hombros de mi padre, sintiendome alto, ibamos a tomar la micro. No negaré que la vida nos ha cambiado un poquito, y de la micro pasamos al colectivo, y del colectivo al auto propio.
El súper era un mundo distinto, fantástico para mi edad. No recuerdo haber andado mucho dentro del carro, aunque sí recuerdo unos carritos pequeños que me quedaban perfectos de altura. Era lo más cercano a los canastitos actuales. Se comenzaba con los productos de la entrada, asi el carrito se iba llenando de productos, y los tarros de salsa de tomate iban haciendo una taka contra el carro hasta que quedaban mudos de tanta cosa que llebaban encima. En ese super existía un personaje mágico, que habitaba en el centro de todo el recinto. Existía en ese rincon un aparato del cual colgaban los famosos "Loly Ambrosoly", un lujaso para mi familia en esas fechas. Pero nuestro perosnaje, un abuelito tal vez, ya ni me acuerdo como era, tomaba una de las tiras de 10 paletas y regalaba un dulce a cuanto niño pasaba, previa aprobacion del padre correspondiente. Si se le acababan, simplemente sacaba otra tira y seguia regalando. Creo que todas las veces que fui al super estaba este señor, asi que todas esas veces me tocaba dulce, aunque a veces me tocaban los de leche, los cuales solo los comencé a comer ya bastante grandecito. De un día para otro desaparecio, como si hubiera habido una reforma que lo hizo desaparecer junto con los minicarritos y las latas de salsa.